Unas Cuantas Lineas

El desazòn intrìnseco por sus gruesas carnes la llevo a apagar las luces, El sombrìo cuarto le asentaba mejor, el pavor a su desnudo la apresuro a devorar sus ropas sin permitirme despojarlas con suavidad.

Echò (literalmente) su complejo a la cama y sin poder observar gesto alguno que pergueñara el momento, consciente del acto avance sigilosamente a la profundidad de su alma.

Mi pecho se adhiriò a sus grandes ubres, nuestros rostros se enfrentaban sin oquedad alguna, tragàndonos en un insìpido y descompuesto beso, en medio de la lastima que le guardaba, pues sus lagrimas humnedecìan sus mejillas por el mas ìnfimo sentimiento que desbordaba su cuerpo.... Mientras que su fiera mano nunca detuvo el pecaminoso llevar de mi mùsculo a la cùpula desleal del maldito desamor, al cual habìa renunciado hacia mucho tiempo, despuès de desahogarnos me dijo:

-¿Verdad que estas borracho?-